PENSIÓN BAJAMAR
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EL NEGOCIO TURÍSTICO EN ORTEGAL

        Interesante reflexión de Carlos Rodríguez publicado en el día de hoy en La Voz de Galicia. Este hombre ha sido profesor mío de Recursos Territoriales Turísticos en la Escuela Universitaria de Turismo en A Coruña. Era un tema muy recurrido en sus explicaciones la diferenciación entre lo que puede o no considerarse como turismo.
Ciertamente, para los que vivimos de verdad de este sector, el negocio inmobiliario poco tiene que ver con nuestra disciplina, aunque habitualmente pueda confundirse. ¿Es un turista aquel individuo que alquila un inmueble durante unos días a un particular para pasar unas vacaciones? ¿Esta forma de oferta y demanda, repercute de manera sustancial en los profesionales del sector turístico? ¿Debería existir mayor control sobre el intrusismo del alquiler vacacional? ¿Resultaría un buen negocio sacrificar la cantidad de visitantes a favor de un aumento de la calidad de los mismos tomando como base una mejora de los servicios ofertados en general?
El maridaje al que el profesor Carlos se refiere, combina dos formas de entender la cuestión: la de aquellos que se aprovechan de la afluencia de visitantes para ganar un dinero fácil, y la de los profesionales del sector (hoteleros y hosteleros, guías turísticos, animadores…) que entienden el asunto de un modo más profesional y sienten la necesidad de crear un destino turístico de calidad, con oferta variada de servicios que lo consoliden.
El negocio inmobiliario nada tiene que ver con la planificación y el desarrollo general del sector turístico, aunque le afecte de forma determinante pues es cierto que los inquilinos de casas particulares utilizan los servicios que el sector turístico pone a su disposición, sobre todo restaurantes, bares de tapa, vino y caña o lugares de copas con ambiente nocturno masificado.
En nuestro destino, Ortegal, podemos distinguir tres tipos de visitantes de verano teniendo en cuenta la relación comercial del alojamiento en el que veranean: aquellos que alquilan piso o apartamento a personas particulares, los que han invertido en una segunda o tercera vivienda para pasar unos días en un lugar tranquilo cerca de la playa y los que utilizan los servicios que los hoteles y pensiones les ofrecen.
Los primeros suelen ser “veraneantes” conocidos por la zona, que en un primer momento se alojaron en un establecimiento  público y que ahora optan por utilizar los servicios particulares que les ahorren costes tanto de alojamiento como de restaurante o casa de comidas, pues un paquete de espaguetis, una lata de atún con salsa de tomate, son una manera cómoda y barata de saciar las necesidades alimenticias de una familia de cuatro miembros.
Los segundos, o sea, los que han optado por comprar una segunda o tercera vivienda, han sido muchos durante la última década. La crisis económica, ha reducido de manera considerable esta tendencia y, paralelamente, la inversión inmobiliaria de los pequeños o medianos constructores que buscaban dinero fácil y rápido, colonizadores de nuestros paisajes urbanos con tremendos edificios que impactaban de manera agresiva en el territorio. El impacto urbanístico, no obstante, en el Concello de Ortigueira ha sido muy bajo. Apenas les ha dado tiempo a construir siete u ocho edificios para visitantes antes del desmoronamiento de la burbuja inmobiliaria.  
Únicamente el tercer tipo de los referidos son los verdaderos TURISTAS, aquellos que consumen servicios turísticos, es decir, alojamiento, manutención, guías, van a oficinas de turismo, usan agencias de viajes etc. Estos en Ortegal, como en los demás destinos de sol y playa son los menos abundantes. Hace años las reservas hoteleras podían llegar a ser de un mes o veinte días, en la actualidad la mayor parte de las reservas de habitación son para una semana  o menos.
Queremos llamar la atención sobre la necesidad del control de los servicios en base a los mercados existentes, es decir, el servicio desde que es creado debería ser pensado para unos clientes potenciales concretos. Nosotros lo tenemos muy claro en lo que a este aspecto se refiere, conseguir que nuestro Concello, desde nuestra aportación particular como establecimiento turístico, sea un destino integral de calidad, donde los turistas o personas que nos visiten sean consumidores de servicios, con esto nos referimos a clientes que dejen su dinero en empresas locales, que nos aporten parte de su cultura y aprendan algo de la nuestra, sin robarla. Un referente de este mal hábito puede ser Mallorca, donde se construyeron grandes hoteles con capital alemán, instalaron su moda, su estilo constructivo, su idioma y su manera de vivir.
No sentimos la necesidad de explotación masiva y devoradora de los grandes complejos turísticos, tan sólo alcanzar a medio plazo el mantenimiento de los servicios ya ofertados, intentando aumentar progresivamente los ingresos y la calidad en nuestro destino de manera SOSTENIBLE.

Por: Ana Yáñez Fraguela. Diplomada en Turismo por la UDC y Luís Yáñez Fraguela.


Vista general de Santa Marta de Ortigueira desde San Adrián de Veiga

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