Son un clásico de la cocina vasca, o navarra o vasco-navarra. Doy las gracias a quien me los ha enseñado a hacer de esta manera, un amigo bilbaíno gran amante de la cocina de calidad. Nosotros solíamos comerlos sofreídos a fuego muy lento con un poco de ajo cortado en láminas y un un par o tres de cucharadas de aceite de oliva, sobre todo para acompañar un par de huevos fritos. Otras veces los utilizamos revueltos también en huevo o para acompañar una carne de ternera, por ejemplo, y así aliviar nuestro paladar, tan acostumbrado a la patata frita o cocida como guarnición.
Esta forma, que casi no necesita presentación, pues se trata de un clásico que muchos seguramente habréis ya elaborado en vuestras casas, es un primer plato perfecto y delicado que debemos preparar cuando tengamos ganas de cocinar y la paciencia necesaria para rellenar uno por uno estos exquisitos manjares que la huerta nos brinda.
Para elaborar unos 15 pimientos del piquillo rellenos se necesitan.
- 20 pimientos del piquillo
- Un filete mediano-pequeño de bacalao desalado
- Unas 8 ó 10 colas de langostino
- Aceite de oliva
- Leche entera
- Harina
- 2 huevos
- Pan rallado
- Sal
- 4 dientes de ajo
- Mantequilla.
El primer paso es hacer una bechamel con dos nueces de mantequilla, harina, leche y sal. Sofreímos el bacalao y las colas de langostino cortados en trozos pequeños en un chorro de aceite de oliva y los incorporamos a la bechamel. Dejamos reposar 10 minutos este relleno.
Con una cuchara de postre vamos rellenando, poco a poco y con mucha paciencia, cada pimiento. Una vez rellenos los rebozamos con harina, huevo y pan rallado y los pasamos en una sarten con aceite de oliva a fuego medio.
Para hacer la salsa basta con sofreír en aceite de oliva unos dientes de ajo y los pimientos restantes que no hemos rellenado. En un vaso batimos estos ingredientes.
Colocamos la salsa en el fondo de una fuente y los pimientos por encima.
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