Parece que, por fin, se nos ha escapado el verano. Esta vez el hombre del tiempo ha acertado plenamente en su pronóstico. De los calores de la semana pasada hemos pasado, de repente y sin casi tregua preparatoria, a un ambiente frío, con vientos y lluvias copiosas. Las comidas que nos refrescaban hace tan sólo unos días, más ligeras (ensaladas frías, ensaladillas, cremas tibias o incluso frías) ya no nos sirven y sentimos la necesidad de sustituirlas por otras más calientes y contundentes, que nos pongan el cuerpo a tono y nos hagan correr la sangre por el cuerpo.
En nuestro caso, como todavía íbamos vestidos hace un rato con sandalias, sin calcetines y con una ligera camisa de gasa y no vemos el telediario habitualmente, –para qué- este cambio radical ha hecho que tuviéramos que improvisar un cocido de un momento para otro con algunos ingredientes que siempre tenemos como fondo de armario. Estos ingredientes son una tira de costilla de cerdo salada, medio pollo, tres chorizos semicurados, unas patatas, unas nabizas y unos garbanzos.
Es un plato de muy fácil elaboración, 100% tradicional de por aquí, con la única dificultad –como casi siempre en cocina- de dejar cada ingrediente en su punto.
Hemos puesto la costilla a desalar durante toda la noche y los garbanzos a remojo. Al día siguiente tan sólo era cuestión de cocer cada ingrediente según su tardanza y en la misma olla. Primero la costilla y los garbanzos, luego el pollo, a continuación las patatas y el chorizo y por último las “nabizas”.
Con todo ello hemos conseguido lo que nos proponíamos. Básicamente, llenar el buche con un plato apropiado al clima de estos días, además de comer rico, rico.
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