La pequeña dificultad reside en conseguir una masa sablé (qu’on
dit en France) con textura crujiente y un tanto hojaldrada, que no quede húmeda,
pero tampoco demasiado seca.
El resto, consiste en cortar una pera jugosa, en trozos más
o menos laminados y disponerlos de forma curiosa encima de la masa. No vale que
los coloques como un niño que colorea en diferentes sentidos o las trocees como
las verduras esas que vienen ya cortadas, en bandejas de corcho y que parecen
retales que sobran.
Les añades, a continuación, unos daditos de mantequilla por
encima y espolvoreas un poco de azúcar.
Lo horneas a 180 durante el tiempo que consideres oportuno,
esto es, que veas que la masa se ha cocinado.
Lo quitas del horno y le echas canela por encima. A ser
posible, que no te quede toda en un mismo espacio y por los demás no haya nada.
Sé curioso y ponle mimo, anda!, porque en este detalle está
la diferencia.
Puedes probar con más frutas.
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