Desde
un tiempo a esta parte viajamos un poco más, si se puede llamar viaje a un
trayecto de dos o tres horas en coche, para quedarse a dormir y volver al día
siguiente.
En algunas
de estas excursiones para conocer país, nos encontramos con muchas sorpresas
que nos agradan notablemente.
Y
volvemos, allá dónde alguna cosa nos ha calado lo suficiente como para repetir.
Una
vez, no recordamos el establecimiento, en el casco viejo de Ourense, comimos
unas natillas que estaban riquísimas, la textura era la exacta, el aroma a
vainilla el adecuado y llevaban cacao en polvo por encima, estilo tiramisú. Era
una opción a elegir en un plato del día.
Nunca
antes habíamos hecho natillas, o quizás alguna vez lo hubiésemos intentado,
pero habíamos cesado en nuestro intento, porque no es muy fácil hacer ricas
natillas sin Maicena o añadiduras en polvo que espesen la mezcla. Lo nuestro
era una crema pastelera para comer con cuchara.
Con
el cabreo, orgullo y empeño necesarios, esta mañana decidimos ponernos con las
natillas. Sabíamos la teoría, pero la práctica fallaba. Sí o sí, esta vez tenían que
salir.
Unas
yemas, azúcar, leche, vainilla y unas galletas. No más.
Puestos
al tajo, empezamos poco a poco, batiendo con paciencia todo lo que había que
batir y mezclando correctamente los líquidos.
Por
fin conseguimos un resultado aceptable que gustó a todos.
¿Cuál
era el problema? Dejábamos hervir la leche una vez mezclada con las yemas. Era
cuestión de tiempo, paciencia y remover hasta conseguir el espesor adecuado.
Repetiremos.
Las galletas Napolitanas llevan canela |
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