Vongole!
Vongole! Con esta exclamación en la boca disfrutaban unos italianos hace unos
días mientras comían almejas. Porque las almejas que se recogen por estas rías
son del mejor género que se pueda conseguir.
El
secreto, en esta ocasión, no está en la pasta, sino en la calidad del bivalvo.
Una
almeja mediocre no crea la salsa adecuada cuando se cocina al vino, porque no
suelta el jugo que se necesita para conseguir el espesor que se requiere, tan
sólo un prebe acuoso nada interesante para esta preparación, y creemos que para
ninguna otra, o esa es nuestra experiencia.
Lo
demás consiste en cocer la pasta y si ésta es comprada seca, seguir las
intrucciones del fabricante sobre el tiempo.
Al
añadírsela a la preparación del marisco, removemos bien para que la pasta se
empape de la salsa y las almejas se intercalen. No utilizamos queso rallado
como colofón.
Comer
al momento.
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