A raíz de la celebración de los
Premios Goya, me vino a la cabeza el tiempo que hace que no piso un
cine. Creo que, por lo menos, cinco años.
No es que no sea yo gran cinéfilo,
pero alguna vez, cuando vivía en la ciudad, me acercaba a ver una
peli en pantalla grande, aunque fuera una peli sajo del tipo Cuatro
bodas y un funeral, pues te hace gracia!
Es invierno, y por cambiar la rutina de
tanto tapeo y vino, o de paseo por el monte y la playa, pues te pasas
la tarde-noche del viernes, sábado o domingo en una salita con
calefacción, te duchas, te vistes y vas.
No me pondré muy nostálgico ni
hablaré mucho de mi pasado cinematográfico, porque los cines
comerciales al uso nunca me han causado demasiada sensación, pero
recuerdo mis primeras salidas a Espasante, en las que pasabas las
tardes del domingo en la sala de juegos dándole al billar, e ibas al
cine a ver Karate Kid, La historia interminable o cosas así.
Llegaban tarde porque somos periferia, pero eran lo más. Y eso
valía.
Seguimos siendo periferia, pero sin
cines. Ni cines aquí ni cines en varios quilómetros a la redonda,
esto es, si tiras hacia Asturias, el cine más cercano se encuentra
en Ribadeo y si vas a la derecha es Ferrol.
Ganas hay que tener de ver cine
comercial para organizar una excursión por ese motivo, por ejemplo,
para ver Ocho apellidos vascos o pelis así. Ni loco!
Seguiremos apostando, entonces, por utilizar el ordenador o el DVD en casos de apetencia o
necesidad.
Lo siento por los grandes amantes de este arte que viven por aquí, a los que les gusta el ámbito de presencia de las salas de cine.
Lo siento por los grandes amantes de este arte que viven por aquí, a los que les gusta el ámbito de presencia de las salas de cine.
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